Desde la primera vez que probé uno, siempre me gustaron los masajes corporales que hacían en el Sauna del barrio. Me relajaba tumbarme sobre la camilla y dejar mi cuerpo expuesto, abandonándome a los sensuales placeres de unas manos recorriendo todo tu cuerpo, tonificándolo, excitándolo con el mejor masaje tantrico San Isidro.
Ese lunes, como cada semana, acudí a purificar mi cuerpo después de las juergas de los fines de semana. Salí del trabajo y baje con mis amigos como de costumbre a que me realicen el clásico masaje tantrico San Isidro.
Como es característico cuando llegas al Sauna, me acompañaron a la salita de masajes dos chicas muy simpáticas, donde me desnude y me recosté en la camilla boca abajo, con la toalla tapándome de la cintura para abajo esperando por mi ansiado masaje tantrico San Isidro.
De pronto oí la puerta y vi entrar a una de las masajistas más sexualmente atractivas que había conocido nunca: mediana estatura, tez blanca, con unos ojos marrones claros impresionantes y una sonrisa encantadora.
Iba completamente vestida de blanco, con una camiseta ajustada que dejaba adivinar unos pechos redondos y grandes, el pantaloncito que llevaba, igualmente blanco dejaban al descubierto unas piernas bien formadas y gruesas, que me desesperaba por que inciára ya el masaje tantrico San Isidro.
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